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| Rapidógrafo sobre papel 1976 Luis Fernando Mejia J. |
Fue a partir del siglo XX cuando se comenzó a admitir, francamente, que el desarrollo de las comunidades tiene que contar con el ingrediente esencial de la cultura.
El concepto de cultura admite varios enfoques. Uno de ellos, por ejemplo, nos ilustra sobre la forma como la gente vive en un territorio y un tiempo determinados; otro, nos permite conocer las grandes contribuciones que diferentes personas en sus respectivos roles y tiempos, como los políticos, los escritores, los artistas, los artesanos, los deportistas, etc., hacen o han hecho a sus comunidades. También se asume la cultura como el espacio memorístico donde se definen y graban todas las transformaciones emprendidas por el hombre para poder interpretar, comprender, transformar y asimilar el mundo físico y social en el que nos debemos desenvolver.
En general la cultura se entiende como un elemento que logra penetrar, hasta lo más profundo, todas las relaciones sociales para potencializarlas, otorgándoles significados novedosos y amplios que permitan entender el presente y encarar con esperanza el futuro. Es decir, que orienten el desarrollo social; por supuesto, ningún proceso de desarrollo comunitario ha partido de cero.
En algunas ocasiones y por diversos motivos, entre los que cabe mencionar por su reiteración, la inadecuada gestión del patrimonio cultural por quienes tienen el encargo de hacerlo, la memoria, es decir la alusión a los hechos del pasado como elementos estructurales de la identidad local, sufre menguas o quebrantamientos que empobrecen el acervo cultural de una comunidad.
La identificación y preservación del patrimonio cultural material e inmaterial resulta esencial para el adecuado funcionamiento de una sociedad. Y es en este punto donde emerge con especiales brillos la importancia de la Historia y del historiador. La Historia, que en su acepción más elemental se puede definir como la narración de los acontecimientos pasados dignos de memoria, y el historiador, quien como mediador se propone propiciar un diálogo fructífero entre el pasado, el presente y el futuro.
A quienes elijan tener una relación profesional con la Historia les compete la responsabilidad de ser recuperadores, cuidadores y difusores de los hechos que ostenten vocación para conformar la memoria colectiva, de tal manera que ese dialogo entre el pasado, el presente y el futuro, pueda llevarse a cabo con suficientes elementos de análisis.
Pero la noción de memoria no debe entenderse como un proceso de reducción a las narrativas simples del pasado, sino que debe incluir, además, una comprensión de lo que pasó, y aún una digresión sobre lo que pudo haber pasado.
El acceso a la cultura se reconoce hoy, inclusive en nuestra Constitución Política, como un derecho inalienable para todos los habitantes del territorio colombiano.
La administración del patrimonio cultural es una forma de gestionar el conocimiento social acumulado por el transcurso del tiempo, por la cual, se debe tratar de incrementar el repertorio simbólico con el fin de que los ciudadanos tengan más herramientas para promover el desarrollo de sus comunidades. En esa gestión, de lo que se trata precisamente es de establecer las condiciones necesarias para recuperar, preservar, difundir y recrear las memorias socialmente más significativas.
Hoy, las tecnologías de la información y las comunicaciones abren caminos ciertos para que las personas engeneral puedan acceder a la cultura rompiendo barreras que antaño artificialmente se les interponían. Las sociedades en los diversos sistemas políticos han estado al vaivén de intereses diversos e incluso contradictorios, donde los grupos con mayores recursos e influencia, en ocasiones, han tomado las decisiones y han determinado los cursos de acción en sus comunidades creando barreras de exclusión a los grupos sociales que no les son afines.
En el momento presente la Internet es el escenario privilegiado de expresión de la sociedad de la información a tal punto que el uso de ella y sus repercusiones han entrado a hacer parte de las agendas públicas. Los asuntos de la cultura, el patrimonio y la memoria se ven fuertemente impactados por las inmensas posibilidades que abren las tecnologías de la información y las comunicaciones. El mundo digital ha abierto las puertas a fenómenos como la trasnacionalización de los bienes y productos culturales. Las tecnologías le dan la posibilidad tanto a los actores como a los receptores artísticos que anteriormente hubiesen sido excluidos, de encontrarse e interactuar sin cortapisas.
Estas son pues las circunstancias que me permiten, desde la orilla de la Historia del Arte, propiciar la recuperación de la memoria sobre la vida y la obra del artista antioqueño Luis Fernando Mejía Jaramillo (1946-2004) y la difusión de sus aportes cualitativos a la cultura local, nacional e internacional, para lo cual he decidido escoger, como prioritario, un medio tan potente como la red de redes, de tal manera que el artista quede situado de una vez en el mundo y al alcance de cualquier persona. No existe justificación para que la comunidad local, simplemente por falta de información y sin ser consciente de ello, renuncie a una parte importante de su acervo cultural, al enriquecimiento de su patrimonio inmaterial en las manifestaciones artísticas de un nativo de esta tierra, porque, como ha expresado Margaret Mead, "el patrimonio es el futuro que reside en la memoria”.
Actualmente, en el sitio web
www.luisfernandomejiajaramillo.com pueden encontrar una exposición retrospectiva del artista como abrebocas al proyecto de difusión que nos hemos propuesto; les invito a visitarla y, desde ya, les anuncio que, a la culminación del período de esta primera exhibición, se montarán exposiciones temáticas sucesivas que permitirán un análisis y un disfrute más prolijo de las realizaciones de este talentoso creador local.
